Vino una estrella a preguntarme sobre la luna, me dijo que ella se veía muy brillante, dijo que yo tenía más agallas de hablarle. Lo que esa estrella no sabe es que ella es más grande que la luna, más grande que el sol, no lo sabe porque nosotros la vemos más pequeña, pero no estrella, no eres pequeña, esa no es la verdad y la luna también lo sabe, no seas tonta estrellita. Pero ¿Y entonces? dormimos y no viene nadie, jamás vendrá nadie a rescatarnos porque nadie puede rescatar a nadie, no se puede, es que no, tú sabes porqué, tu sabes que no puedo hacer eso. Alguien me dió su mano por un instante, pero estoy en el mar otra vez, porque la vida esta llena de eso, de manos que te salvan por instantes. El punto no es encontrar una mano que te salve, el punto es salir del mar, encontrar la orilla del perdón y no esperar más manos, esperar tal vez compañía, o nadie, o nada, sólo tú con tu sonrisa y el viento tratando de hablar con recuerdos.
Escucha los lugares frágiles y pesados en la balanza de la importancia, un bolso sin fondo, un secreto mal guardado, condenados inocentes y el fuego siempre tan cerca, quemándonos la piel todos los días, el fuego siempre está ahí, lo que pasa es que pocos saben combatirlo, o muchos no se dan cuenta que está ahí y por eso son tan felices esos ignorantes hijos de puta. Ay fueguito, el agua no te apaga y mi sonrisa tampoco ¿Qué más quieres de mi? ¿Que más querrá el fuego de nosotros? Fuego de los días, lluvia invocada por la ocarina del tiempo y mis dedos destruidos de tanto jugar, mis ojos cansados de tanto mirarte, mis labios cansados de besar en vano, de hablar verdad para ser golpeados con mentira, cansados sí, pero nunca rendidos, o tal vez un poco, tal vez a veces si quieran rendirse un poco.
Escucha los lugares frágiles y pesados en la balanza de la importancia, un bolso sin fondo, un secreto mal guardado, condenados inocentes y el fuego siempre tan cerca, quemándonos la piel todos los días, el fuego siempre está ahí, lo que pasa es que pocos saben combatirlo, o muchos no se dan cuenta que está ahí y por eso son tan felices esos ignorantes hijos de puta. Ay fueguito, el agua no te apaga y mi sonrisa tampoco ¿Qué más quieres de mi? ¿Que más querrá el fuego de nosotros? Fuego de los días, lluvia invocada por la ocarina del tiempo y mis dedos destruidos de tanto jugar, mis ojos cansados de tanto mirarte, mis labios cansados de besar en vano, de hablar verdad para ser golpeados con mentira, cansados sí, pero nunca rendidos, o tal vez un poco, tal vez a veces si quieran rendirse un poco.
Vivo jodidamente enamorada de tu blog, de tu poesía en prosa, de tu talento. Mil gracias por compartirlo.
ResponderEliminarTe admira,
María
Me enamoré de tu entrada, de tu manera de escribir, de expresarte. Gracias por haberte pasado por mi blog, perdón por haber tardado en responder! me encantó lo que escribiste, te felicito!
ResponderEliminarEs verdad, esa estrella no sabe en realidad lo grande que es y, a pesar de ser enorme, se siente pequeña.
ResponderEliminarBesos<3.
"y por eso son tan felices esos ignorantes hijos de puta", no son felices, son ignorantes y por ende ignoran hasta a la verdadera felicidad, lo que perciben es un remedo de sentimiento distorsionado a través del tiempo, solo quienes se enfrentan al fuego sin rendirse pueden ser felices de verdad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me temo que lo que el fuego quiere de nosotros es vernos convertidos en ceniza. Es así de puñetero. Pero está bien vivir entre llamas.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Esta fue la primera entrada tuya que leí, y se me quedó incrustado en una minúscula parte del corazón. Desde ese momento tengo dos hipótesis: o mi ángel tiene razón cuando dice que tengo un corazón que no me cabe en el pecho y por eso se me incrusta cada uno de tus textos en unha parte, o escribes con el corazón y transmites miles de sensaciones. Sinceramente, creo que la segunda vence a la primera. Sólo pedirte que no dejes de hacer ante con cada letra y que llenes cada parte de mi corazón.
ResponderEliminarA veces una se cansa y acaba por rendirse un poco. Fué necesario rendirse y caer. Fué necesario.
ResponderEliminarLuego una se va recomponiendo con sus propios pedazos. Sólo con los propios, sin mitades, ni naranjas, ni pasados e intenta volver a sonreír. Y se consigue. Y ya sólo a ratos una se vuelve a sentir cansada. Pero ya no se rinde.
Precioso, generoso y maravilloso texto. Das tanto en cada entrada!!!
Saludos