Mírate, patético, te has
levantado cuatro paredes alrededor del corazón, hay un cuarto oscuro lleno de
humo en la mitad de tu mirada, se consumen tus días lentos, dejas pasar y pasar
los carros frente de tu cuerpo inmóvil,
dos dedos sosteniendo un cigarrillo que se quema agonizante sin que a nadie le
importe, no lo sabes, pero tú eres ese cigarrillo, tan solo, tan consumido por
el fuego en la mitad de mil excusas estúpidas. Los edificios te absorben los pasos, piensas que
sabes a dónde vas pero fíjate, no vas a ningún lado, mira, mírate, ese traje no
te va a ser alguien mejor, calla, cállate, esas palabras no te van a hacer
alguien mejor.
Ya viste, alguien al final del
semáforo te está sonriendo, sé que la ves, no puedes cruzar la calle porque el
semáforo está en rojo, piensas que quieres cruzar, ¿Sabes? Ese
semáforo podría estar verde, pero mira, no es ella, eres tú, estás en un
trancón de palabras y los semáforos de tu alma ya no sirven.