jueves, 6 de marzo de 2014

Tobillos.

Tarde en la noche cuando la calle toma ese tono purpúreo y grisáceo, amarillento y sucio, donde las sombras son producto de la luz artificial y la iluminación de los locales que aun yacen abiertos, median la ciudad fantasma. Semáforos cambiando  sin objetivo alguno, sólo yo soy testigo de su inutilidad en la madrugada, de mi inutilidad contemplativa, de mi necedad de permanecer despierta esperando algo que tal vez nunca saldrá.

 Busqué una palabra en el norte, en el sur, busqué lo mejor para decirte pero lo único que pude decirte fue una sonrisa, cuando te vi venir, sonrisa de vuelta, real o no, no importa, sonreímos de todas formas y aunque al final no signifique nada, pasará y seguirá pasando, porque qué derecho tenemos nosotros a decir que esto o aquello tuvo algún significado, o lo tendrá; las cosas sólo son, nosotros somos los que nos complicamos con analogías humanas de esto debe ser y no debe ser, divisiones imaginarias de países imaginarios, nosotros en guerra por algo que no existe, por vínculos que no existen, por engaños que pueden ser bien justificados con la idea de que las cosas son sólo hechos y que en realidad no tienen ninguna interpretación válida. Pero están ahí, todo está ahí en las palabras y no se puede escapar porque todos sabemos lo que son, todos sabemos que lo que hacemos simboliza algo y lo haremos con una intención y esa causa llevará a un efecto, no se puede escapar, la gramática nos persigue, la hermenéutica nos muerde los tobillos.


¿Pero hay de verdad palabras para lo que los humanos sentimos?

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. palabras que lleva el viento. No queda más que el viento. Son una aproximación,
    Me encantó, aproximadamente entonces, tu escrito.
    Me quedo, salvo que dispongas lo contrario

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  3. Me escalofría pensar que todo lo que hago simboliza algo, y tiene alguna intención. Y que producirá inevitablemente un efecto. Y que una griega me morderá los tobillos. Bueno, quizá eso sea lo más agradable.
    Abrazos, siempre

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  4. me vi a mi mismo mientras te leía, caminando una noche, borracho y drogado, por una calle desierta.

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