Tarde en la noche cuando la calle
toma ese tono purpúreo y grisáceo, amarillento y sucio, donde las sombras son
producto de la luz artificial y la iluminación de los locales que aun yacen
abiertos, median la ciudad fantasma. Semáforos cambiando sin objetivo alguno, sólo yo soy testigo de
su inutilidad en la madrugada, de mi inutilidad contemplativa, de mi necedad de
permanecer despierta esperando algo que tal vez nunca saldrá.
Busqué una palabra en el norte, en el sur,
busqué lo mejor para decirte pero lo único que pude decirte fue una sonrisa,
cuando te vi venir, sonrisa de vuelta, real o no, no importa, sonreímos
de todas formas y aunque al final no signifique nada, pasará y seguirá pasando,
porque qué derecho tenemos nosotros a decir que esto o aquello tuvo algún significado,
o lo tendrá; las cosas sólo son, nosotros somos los que nos complicamos con
analogías humanas de esto debe ser y no debe ser, divisiones imaginarias de
países imaginarios, nosotros en guerra por algo que no existe, por vínculos que
no existen, por engaños que pueden ser bien justificados con la idea de que las
cosas son sólo hechos y que en realidad no tienen ninguna interpretación válida. Pero están
ahí, todo está ahí en las palabras y no se puede escapar porque todos sabemos
lo que son, todos sabemos que lo que hacemos simboliza algo y lo haremos con
una intención y esa causa llevará a un efecto, no se puede escapar, la
gramática nos persigue, la hermenéutica nos muerde los tobillos.
¿Pero hay de verdad palabras para lo que los humanos sentimos?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarpalabras que lleva el viento. No queda más que el viento. Son una aproximación,
ResponderEliminarMe encantó, aproximadamente entonces, tu escrito.
Me quedo, salvo que dispongas lo contrario
Me escalofría pensar que todo lo que hago simboliza algo, y tiene alguna intención. Y que producirá inevitablemente un efecto. Y que una griega me morderá los tobillos. Bueno, quizá eso sea lo más agradable.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
me vi a mi mismo mientras te leía, caminando una noche, borracho y drogado, por una calle desierta.
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