El tiempo pasaba lento y los ojos
azules del cielo morían tras una nube densa y gris, humo que se esfumaba envuelto en el viento
transparente, él lloraba porque sabía que no había solución, lo que él quería
era imposible de conseguir. Quedaba quitarse el traje negro, ponerse la bata
blanca y empezar un nuevo día sin ella, un balcón sin ella, un desayuno sin
ella, un huevo frito sin ella, una película sin ella. Había una conmixtura de
sentimientos que se mezclaban con la
mañana y el café que se enfriaba sobre la mesa mientras Pluto miraba hacia el
horizonte, atónito, como tratando de reconocer el mundo que le rodeaba.
Entró al baño a lavarse la cara
para volver un poco en sí, se miró al espejo y su mirada se ensombreció, se
percató de que en la profundidad de sus
pupilas no había nada, sólo un hoyo negro, un vacío con un fondo que no podía ser tocado, no
importa que tan hondo se fuera, en ese momento era infinito, interminable, casi
eterno. El color marrón se apretaba alrededor de la pupila como tratando de
entrar sin éxito, se aclaró mientras el punto negro se encogía bajo un rayo de
sol que de repente iluminaba el lugar, la tina, el retrete, las toallas, se
veían más blancas que nunca, las pupilas de Pluto se veían más negras que nunca. Un dolor
sofocante y un nudo de orca atrapado en su garganta lo acompañaban como un
perro fiel, como una amante fea, como una madre preocupada, esos dolores
criaban suspiros y esos suspiros le enseñaban a caminar a la tristeza.
A veces salía a comer helado de
mandarina en el parque y se acordaba de las anécdotas que ella solía contarle
cuando caminaban sin saber hacia donde iban, andaban para conversar y de alguna
manera encontrarse el uno con el otro. Hay personas que han estado tan cerca de
ti que sientes que son alguna parte de tu cuerpo, cuando se van se siente un
hueco en alguna parte, como si te hubieran extirpado el hígado o un riñón, es
raro, es difícil que alguien te haga sentir eso, esa sensación metafísica
convertida en algo real, algo físico que trastoca la carne y los huesos, son
como un miembro fantasma, sabes que ya no existe más pero lo sientes ahí,
saliendo de ti, como una ramificación de tu ser, todavía te duele, te pica,
sigue sintiéndose y es espantoso. Por algún tiempo es casi como un milagro,
algo grandioso, pero llega a volverse una pesadilla cuando ese miembro falta,
es como si faltara tu ser entero, tú sabes que sigues ahí pero es como si no
estuvieras.
No se como has hecho que según avanzaba en la lectura más me dolía ser él. Esta genial escrita y yo espero nunca sentirme así, pero en los caminos que dirige el amor nunca se sabe...
ResponderEliminar-Respecto a tu comentario en mi blog, buen sabor de boca me has dejado y quería decirte que has acertado , dando en el clavo de lleno, y tú última frase, tantas veces trate de huir por eso... me alegra que te sientas identificada.
Un abrazo para ti también!
Y esa persona nunca se irá, lo sentirá para siempre dentro de sí mismo, porque forma parte de lo que es por todos los momentos que vivieron juntos. Desgraciadamente duele, pero con el tiempo, la herida se curará y quedarán los buenos recuerdos.
ResponderEliminarBonito escrito. Besos.
Que hermoso texto.
ResponderEliminarEs feo saber que aunque haya una ausencia de parte de la otra persona Pluto la sigue sintiendo ahí. No hay una presencia física, pero permanece en sus pensamientos.
Me encantó.
Es sorprendente pero me siento el protagonista de tu historia, es como si estuvieras contando lo que me esta sucediendo ahora. Me gusto mucho.
ResponderEliminarY gracias por tus comentarios tan profundos, me hace muy feliz las cosas que dices.♥
Au revoir.♥
Escribes de una forma que te hace vivir lo mismo,me encanta!
ResponderEliminarSi sentís eso cuando alguien se va, realmente lo querías.
ResponderEliminarEscribís re lindo che, abrazo.
Gracias por pasarte por mi blog! yo tambien te sigo :)
ResponderEliminarBeso