Siente que hay una pasión dormida
en la mitad de su corazón, hay fuego, pero el fuego se está extinguiendo con el
viento del maldito tiempo que no cambia. Camina, se va por los callejones donde
lo miran los gatos negros, ojos amarillos, parecen maravillados por cualquier
cosa que no significada nada. Él suele
distraerse con el color del cielo, le parece algo ausente y perdido en un ilógico color azul
abrazando la ciudad gris.
Observa a la vendedora de frutas,
atiende a cada cliente con una
sonrisa, escogiendo siempre las manzanas
más rojas y las naranjas más dulces con una meticulosidad admirable, casi
parece que hubiese hecho una carrera universitaria para eso. Una joven con el rostro tenso se dirige al café de la esquina,
parece que tiene prisa, tropieza enredándose en su propio e irregular caminar,
el piensa que es estúpido usar tacones tan altos, quiere ayudarla pero ella se incorpora
rápidamente, mira hacia todos lados asegurándose de no haber sido vista y
sacude la tierra que le ha quedado en la falda. André se queda mirando el suelo mientras
camina hacia el museo de artes, de vez en cuando se distrae con los nudos
apretados de los cordones de sus zapatos, piensa que en cada paso los nudos se
aflojan, así como los años aflojan la felicidad, los sueños, la vida, la piel.
Finalmente llega a su destino,
atraviesa una puerta grande de vidrio donde se reflejan los carros que fluyen a
través de las venas de la ciudad, el portero examina su ropa con los ojos
asegurándose que no sea un vagabundo o un ladrón, lo mira con indiferencia y
vuelve de nuevo a su detestable trabajo. Entra a un salón, hay una chica rubia
con las mejillas enrojecidas observando una obra de arte, ella le recuerda al gato
en el callejón que miraba maravillado cualquier bote de basura, ella lo hacía
de la misma forma con ese cuadro trepado
en la pared, pensó que nunca había visto una pared tan blanca y se imaginó a un
empleado lavando las paredes una vez cada 12 horas. La primera pintura en el
salón era una boca mostrando unos dientes deformes, se revolvían entre ellos saliéndose
del marco de los labios en una explosión de colores absurda, parecían
pinceladas desesperadas, un poco tontas e ingeniosas, se acercó más y se podían
contemplar más formas, rostros de personas tristes atrapadas en un cuadro lleno
de colores alegres; había cierta ambivalencia en aquella pintura, por un
momento se imaginó al artista pintando en su habitación, pensando que era algo
horrible lo que había hecho, odiando su propia creación.
La chica rubia sigue en frente de la misma
pintura, él se acerca un poco, por alguna razón las mejillas de la joven le
parecen más atractivas que las obras de arte, otro paso, se encuentran los dos
frente al mismo lienzo relleno de figuras ilógicas, ella se muerde el labio
inferior mientras sostiene una mano
sobre su pecho, parece que estuviera evitando que el corazón se le desborde,
siente que está en la realidad de esa creación, el mundo a su alrededor parece
inocuo y estúpido al estar contemplando aquella belleza, la lógica, la
respuesta estaba allí. André suelta un profundo suspiro para llamar su atención,
ella, sumida en un éxtasis ridículo gira la cabeza y se percata de aquella
presencia taciturna, casi solitaria, dos ojos negros se posan en su escote, él
sonríe, ella sonríe, son dos soledades encontradas en la pintura de un artista anónimo.
chan!!! excelente, me encanto...vuelvo por mas, besos
ResponderEliminarCualquier excusa es buena...
ResponderEliminarFant´stico relato
Besos
me encantoo!! en serio q si,me gusta mucho leer relatos asi..besitos!
ResponderEliminarSon dos soledades encontradas en la pintura de una artista anónimo <3
ResponderEliminarme encanto esta entrada un beso...*
y ya te sigo :)
Hola, me ha gustado mucho tu entrada.
ResponderEliminarTe invito a que visites mi blog http://elguardiandelcine.blogspot.com.es/ un saludo
En algún lugar del mundo, tu creación puede estar cambiando la vida de alguna persona o muchas de ellas.
ResponderEliminarLindo relato, en la cotidianidad, cuando menos te lo esperas, puedes encontrar a la persona que está destinada a ti.
Un beso.