El día estaba impregnado por una
nostalgia que inundaba hasta la punta de los edificios de la ciudad. Dolían los
pies por los tacones y el cemento, la larga caminata por la acera le hizo
sentir sucios los pulmones, los sueños se desvanecían en el smog y subían a
ensuciar el cielo limpio. Ese día se sintió decepcionada de sí misma, no se sintió
lastimada por él, sino por sí misma, se dijo ingenua por permitir
que el veneno de un hombre equivocado invadiera lo que más la hacía bella: su
libertad.
Para encontrar belleza interior a
veces hay que tocar la tristeza más profunda, se trata de un despertar brusco
que zarandea las fibras y te pone a caminar con una dureza irreconocible sobre
la tierra, pero no es una dureza burda, es una dureza delicada y sensible, una
coraza bella de un carácter duro e intuitivo. ¿Cómo explicarlo mejor? Es como
ver y sentir mejor, pero con más sabiduría. Es la dureza del cemento y el sonido del delicado tacón al caminar sobre él.
Respira...