Preguntas que queman los libros
que no pudieron responder, las palabras, las personas que no pudieron contestar,
un cuestionamiento más o menos lógico que no debería ser difícil de descifrar.
Luego usted mira un poco hacia arriba, un poco hacia abajo, sólo queda el agua sucia
de la nada sin aclarar, quedan las respuestas titubeantes de algunos labios que
esperan no mentir mientras hablan. ¿Cómo pueden esperar eso unos labios? Si eso
es tan humano, sentirse en medio de algo que ni siquiera se puede explicar,
hundirse y convertirse en ese pensamiento que tanto tiempo ha vivido en la
mitad del cielo y el infierno de la
experiencia inútil.
No es tan sencillo naufragar en
la saliva de una boca indigna, ser sólo un pequeño pequeñísimo pensamiento en
la esquina de su almohada, en la esquina de sus labios. Algo muy simple como el
amor puede hacerle dudar a usted sobre la
propia existencia, estar congelado bajo
el sol mientras todos andan shorts le hace cuestionarse sobre el origen de
todo, que tuvo que pasar ese sándwich de atún para que pudiese comprarlo,
pudiese comerlo y digerirlo. Quizás la cabeza se llena de esas reflexiones para
huir del verdadero significado de amar, no se quiere acercar a él, es como una
llama ardiente en medio del mar, aunque este en el agua sigue incinerando
sonrisas, puede ser peligrosa, peligro, que tonta palabra, puede ser sólo una
excusa para evitar eso a lo que uno se tiene que enfrentar. ¿Enfrentar? Pues
sí, de eso se trata el nacimiento del alma, debe cruzar largos mares
ardientes para ¡Salir!, ¡Salir!, ¡Salir a respirar!