viernes, 14 de diciembre de 2012

El ser más brillante que existe.


Líneas formando palabras que acarician los oídos del músico que compone mientras mira el atardecer, un sol muriendo tras las montañas, la calidez se sacrifica para dejar nacer a la luna que con su luz blanca toca los techos y los rostros de las almas cansadas. Ah, que sospechosa es su mirada incandescente cuando le atraviesa el corazón, sin piedad rasguña lo que hay adentro, ella no lo sabe, no sabe nada, sólo contempla el tiempo mágico y tortuoso que pasa durante las conversaciones calladas.

El otro día miré hacia mi interior, había un desierto nocturno con unas dunas gigantes, agonizaban y entristecían porque no querían ser polvo; cada grano era un pedazo de mí, fracturado y echado en el suelo, siendo soplado y manipulado al antojo del viento. Que triste visión aquella, recuerdo que todo parecía angustioso, la única esperanza en aquel paisaje era el cielo estrellado acompañado por una luna grande que con piedad intentaba iluminar el polvo seco de mi ser despedazado. Pensé por algún tiempo, que esa luna, era ella, sonriéndome, pero se esfumó su presencia y el paisaje seguía igual, aquél ser brillante ya no tenía nombre. Me pregunté ¿Quién era? Y supe que era yo, gritándole al panorama entero que la luz siempre estuvo adentro, no afuera, no estaba en ningunos ojos, en ninguna sonrisa, en ningún nombre ni en ningún rostro, era yo y siempre fui yo, el ser más brillante que existe. 


sábado, 8 de diciembre de 2012

Andrea no está.


El tiempo pasaba lento y los ojos azules del cielo morían tras una nube densa y gris,  humo que se esfumaba envuelto en el viento transparente, él lloraba porque sabía que no había solución, lo que él quería era imposible de conseguir. Quedaba quitarse el traje negro, ponerse la bata blanca y empezar un nuevo día sin ella, un balcón sin ella, un desayuno sin ella, un huevo frito sin ella, una película sin ella. Había una conmixtura de sentimientos que se mezclaban  con la mañana y el café que se enfriaba sobre la mesa mientras Pluto miraba hacia el horizonte, atónito, como tratando de reconocer el mundo que le rodeaba.

Entró al baño a lavarse la cara para volver un poco en sí, se miró al espejo y su mirada se ensombreció, se percató de que en la profundidad  de sus pupilas no había nada, sólo un hoyo negro, un vacío  con un fondo que no podía ser tocado, no importa que tan hondo se fuera, en ese momento era infinito, interminable, casi eterno. El color marrón se apretaba alrededor de la pupila como tratando de entrar sin éxito, se aclaró mientras el punto negro se encogía bajo un rayo de sol que de repente iluminaba el lugar, la tina, el retrete, las toallas, se veían más blancas que nunca, las pupilas de Pluto se  veían más negras que nunca. Un dolor sofocante y un nudo de orca atrapado en su garganta lo acompañaban como un perro fiel, como una amante fea, como una madre preocupada, esos dolores criaban suspiros y esos suspiros le enseñaban a caminar a la tristeza.

A veces salía a comer helado de mandarina en el parque y se acordaba de las anécdotas que ella solía contarle cuando caminaban sin saber hacia donde iban, andaban para conversar y de alguna manera encontrarse el uno con el otro. Hay personas que han estado tan cerca de ti que sientes que son alguna parte de tu cuerpo, cuando se van se siente un hueco en alguna parte, como si te hubieran extirpado el hígado o un riñón, es raro, es difícil que alguien te haga sentir eso, esa sensación metafísica convertida en algo real, algo físico que trastoca la carne y los huesos, son como un miembro fantasma, sabes que ya no existe más pero lo sientes ahí, saliendo de ti, como una ramificación de tu ser, todavía te duele, te pica, sigue sintiéndose y es espantoso. Por algún tiempo es casi como un milagro, algo grandioso, pero llega a volverse una pesadilla cuando ese miembro falta, es como si faltara tu ser entero, tú sabes que sigues ahí pero es como si no estuvieras. 

domingo, 23 de septiembre de 2012

El circo de los pensamientos.


Así se siente cuando te transportas a otra época, estás ahí, viéndolos bailar, sonreír, hacer equilibrio en la cuerda floja de la vida, malabareando con el dolor, la felicidad, haciendo un show muy colorido, a veces gris,  hay personas que desenvuelven el cuerpo para liberar esa tristeza que se atrapa en el nido de miradas tristes que descansan y renacen de vez en cuando. Hay mucho vino, mucho sol, debemos esconder el líquido cálido del éxtasis bajo la chaqueta, estamos infiltrados en un lugar al que no pertenecemos, pero sólo hoy queremos pertenecer para poder ser libres, para no ser molestados. Ella está algo pensativa, algo delirante, paranoica, las carcajadas algo falsas que utiliza su amigo para escapar de eso que no quiere enfrentar le aruñan los pensamientos, pero no importa ¿Qué más da? El chico de ojos azules la miró fijamente un par de veces y eso parece suficiente.

Los químicos del cerebro bailan al ritmo de la música, hay ondas invisibles que envuelven el lugar, forman flashes veloces alrededor de los que danzan, alrededor de las pelotas, las cintas, las cuerdas, las latas. Quiere escribir eso que está sintiendo, pero está tan saciada, tan extasiada de ese sentimiento que no quiere interrumpirlo con nada, quiere cerrar los ojos y escuchar la melodía, la gente, quiere escuchar los sonidos excéntricos que  ambientan las ideas que bombardean su cerebro y su espíritu. Ojalá esto nunca acabe, piensa mientras un Marlboro muere lentamente en su mano, pero todo tiene un fin, la noche cae sobre los hombros de la ciudad y el fin llega cuando debe fingir un estado menos extraño frente a sus padres. 



Ojalá logres fingir eso. 


viernes, 7 de septiembre de 2012

Algo.


Pasos, caminan, se esconden detrás de sus chaquetas, quisiera verlos, ver esos corazones, pero no se puede, todos están ocultos en ese caparazón imaginario que se crea cuando salen a la calle. Y él se queda viendo el reflejo de sus ojos en la ventana del bus, se pregunta si en realidad esos son sus ojos, puede que sea una mirada ajena que alguna vez robó de alguna persona que le gusto un poco, o tal vez de alguien que odió mucho, esos ojos son tan ausentes, tan irreales, siente algo de frustración, una pizca de rabia al ver ese brillo tan apagado, ¿Quién es ese? ¿En realidad es él? La persona que está sentada a su lado saca un libro, “El retrato de Dorian Gray”, luego piensa que se siente como Dorian, tal vez no era tan bello como el, pero su sentir era parecido, todos lo veían de una forma muy distinta a como él se percibía,  una persona es muchas personas, pues toda la gente lo ve a uno distinto. En serio encabrona que llegue un aparecido y de repente te diga algo que tú ya sentiste tan detalladamente que te dan ganas de golpearlo por ser tan jodidamente acertado y por encontrar la explicación a eso que por tanto tiempo te hizo vagar en las orillas de la duda, quisiste ahogarte, llenarte la garganta de agua, de palabras, pero te complicas tanto, eres como Dorian,  te complicas mucho.

Se apretujan cada vez más los cuerpos en esa lata de medio de transporte, Freddy se pregunta cómo hace esa señora para leer un libro tan maravilloso en medio de tanto caos, la admira por eso, va en el capítulo VIII, recuerda que en ese capítulo la novia de Dorian se suicida, tal vez el caos del libro convine un poco con el caos del bus, pero son caos distintos, los caos literarios son un poco más bellos, hay mucho dolor pero hasta el dolor parece una obra de arte allí, en cambio, la realidad, la gente, el bus, todo es tan sucio, tan monótono, da miedo, la fantasía es más bella, no importa que sea una fantasía triste.  Hay muchas cosas que le ahogan el alma,  es un mundo denso, enredado, lleno de conflictos, pero siempre parece haber un pequeño destello, a pesar de tanta basura siempre hay algo rescatable, lo malo es que siempre suele ser algo muy pequeño, algo que a veces no alcanza, pero si uno se sostiene con todas sus fuerzas a eso, a lo que le da al menos la chispa que incendia el corazón por las mañanas, puede continuar, todavía se tiene algo, todavía se puede sentir algo.  



Trata de buscar siempre la luz. 


sábado, 18 de agosto de 2012

El día del lago.


Las nubes bailando como quieren, decidiendo si el sol sale o no sale, si llueve o no llueve, parecido al indeciso fluir de tus palabras que se cruzan unas con otras, como una danza graciosa de algo que quiere ser dicho. Y entonces se callan los sonidos, se mueve el mundo, se mueven las horas rápidamente mientras jugamos a esquivarnos las miradas,  un montón de mensajes escritos en mis labios, quieren ser pronunciados, no sé qué dicen, son un misterio que tal vez no quiero descifrar cuando veo su alma, el color rojo en el cielo, el lago, la gente, la vida.  Ornitofobia, juicio por favor, grandes gritos de un ser pequeño, pequeñísimo, mariposas, monstruos en el estómago, el aire rosando el agua, somos una burbuja que vuela sin saber hacia dónde va, hay miedo pero las ganas de irse lejos son más grandes que el miedo.  Sonrío, tú sonríes, el pasto envuelve ese momento, las caricias son suaves como las nubes algodón al final del cielo, quiero abrazarla y hay fuego en mi pecho, estoy viva, respiro, tengo la piel de gallina y  no es por el frío corazón. 

Me devuelvo a casa y siento que todo va a estar bien, al menos esta noche. 


miércoles, 8 de agosto de 2012

Simetría.


Quiero encontrarme una sonrisa en la seriedad que siempre irradias cuando se cruzan nuestras miradas sorprendidas por esa coordinación casi simétrica en la que se nos ocurrió mirar hacia el mismo lado insólito y casi taciturno en medio de nuestras pupilas. La vida se vuelve un poco ecléctica cuando tienes que bailar de un lado a otro, buscando ideas, pensamientos, filosofías idiotas que tal vez te dicen que el cielo no es real y es simplemente el reflejo de algunos circuitos maravillosos dentro de tu cerebro, hola cielo ¿Eres real? ¿Tú eres real? ¿En realidad nos estamos mirando? Dime que sí porque se está muy bien contemplando tu rostro, una nube púrpura flota sobre el silencio que invade nuestra imagen invertida de los objetos que el ojo enfoca y la retina corresponde con la película sensible a la luz; en algún lugar de todo eso tu esencia se esconde y hay como una correspondencia mágica en lo que estamos haciendo, comiéndonos la palabras, el cuerpo y el alma con sólo las miradas, ambas lo sabemos, nos reímos, no podemos de la risa porque hay tanta fluidez y regulación en ese momento extraño que es casi increíble, indescriptible, inteligible.


miércoles, 11 de julio de 2012

Un poco de oxígeno.


Preguntas que queman los libros que no pudieron responder, las palabras, las personas que no pudieron contestar, un cuestionamiento más o menos lógico que no debería ser difícil de descifrar. Luego usted mira un poco hacia arriba, un poco hacia abajo, sólo queda el agua sucia de la nada sin aclarar, quedan las respuestas titubeantes de algunos labios que esperan no mentir mientras hablan. ¿Cómo pueden esperar eso unos labios? Si eso es tan humano, sentirse en medio de algo que ni siquiera se puede explicar, hundirse y convertirse en ese pensamiento que tanto tiempo ha vivido en la mitad del cielo y el infierno  de la experiencia inútil.

No es tan sencillo naufragar en la saliva de una boca indigna, ser sólo un pequeño pequeñísimo pensamiento en la esquina de su almohada, en la esquina de sus labios. Algo muy simple como el amor puede hacerle dudar  a usted sobre la propia existencia,  estar congelado bajo el sol mientras todos andan shorts le hace cuestionarse sobre el origen de todo, que tuvo que pasar ese sándwich de atún para que pudiese comprarlo, pudiese comerlo y digerirlo. Quizás la cabeza se llena de esas reflexiones para huir del verdadero significado de amar, no se quiere acercar a él, es como una llama ardiente en medio del mar, aunque este en el agua sigue incinerando sonrisas, puede ser peligrosa, peligro, que tonta palabra, puede ser sólo una excusa para evitar eso a lo que uno se tiene que enfrentar. ¿Enfrentar? Pues sí, de eso se trata el nacimiento del alma, debe cruzar largos mares ardientes para ¡Salir!, ¡Salir!, ¡Salir a respirar!

lunes, 25 de junio de 2012

Desconocidos.

Miró el cielo estrellado, cada punto de luz en el lienzo de la noche se reflejaba  radiante en sus pupilas, como si no quisieran reflejarse en ningún otro lugar. Se llevó el porro a la boca, inhalo, contuvo, exhaló, vio como la oscuridad absorbía el humo blanco haciéndolo desaparecer, él quería ser ese humo. La luna apenas empezaba a nacer, ella lo observaba como si estuviese decepcionada, era tan horrible su pálida expresión que tal vez los otros planetas se enterarían de lo que pasaba. Sintió la frialdad del césped traspasar su camiseta, un escalofrío recorrió su espalda y lo supo: estaba jodido, no había nada ni nadie que pudiese cambiarlo, al menos no esa noche.

Sacudió la cabeza y se levantó del suelo, las luces iluminaban el lago del parque de una forma asombrosa, formaban líneas de luz ondulantes, se quedó viendo formas de su problema, pensó, pensó tanto que estaba cansado de hacerlo, su cerebro estallaría, pero eso no importaba, aun si su cerebro estallara o no, no volvería a tener lo que antes tenía. Recuerda ese día, llevaba puestas las mismas botas de suela de caucho que ahora mismo aplastan el césped; corrió tanto, corrió tan lejos, lo hizo porque sabía que si lo hacía, jamás volvería a ese lugar donde albergaban tantas penas, ese lugar donde todos fingían ser una familia. Ahora se siente estúpido, siente que fue un cobarde que no encontró otra salida más que huir, ni siquiera intentó cambiar la situación, no lo hizo porque sabía que jamás cambiaría, nadie allí quería saber del chico de ojos claros y cabello negro que siempre intentaba hacer lo mejor para no cagarla. Pero él no podía ser como ellos querían, sus padres lo veían como algo que no era, creían en una persona que era inexistente en su sonrisa; las carcajadas le dolían, los brindis en las navidades no significaban nada, no había nada real allí, nada que pudiese limpiar el pozo lleno de mierda que había en la mitad de su alma.

En el camino se encontró a un muchacho sentado en el banco cerca al lago, tenía la mirada fija en algún lugar del parque y  un cigarro sin encender en la mano derecha. Posó sus ojos sobre el chico con chaqueta de cuero y botas, hizo una expresión que él nunca había visto y le preguntó:

-Hey amigo, ¿Tiene fuego?-

-Claro, tenga-  Dijo mientras le daba el encendedor color amarillo. Sintió los dedos del desconocido, estaban sudorosos, se veía pálido, parecía que fuese a sufrir un ataque de ansiedad.

-Anda, sentate-

-¿Usted es de aquí?-

-Mire amigo, yo no soy de ninguna parte, por eso estoy aquí-

-Okay- Murmuró mientras se acomodaba al lado del desconocido que intentaba prender el cigarro sin quemarse, le temblaban las manos.

- La gente cambia bro, no sé cómo lidiar con los cambios, soy malísimo para los cambios, siento que me va a dar un paro cardiaco cada que alguien quiere desordenar mi fucking vida-

-Pero todo cambia, hasta usted cambia, uno tiene que adaptarse sabe-

-Pero no es fácil adaptarse a la basura, a la gente basura y las cosas basura-

-¿Cómo sabe que usted no es basura también?-

-Seguro lo soy porque a veces ni me soporto a mí mismo-

-Tal vez es eso, ¿Cómo va a soportar a los demás si no se soporta a usted? Seguramente usted es basura, entonces todo le parece basura, la forma en que se percibe el mundo es también la forma en la que se percibe a usted mismo-

-Che, ya no sé qué decirle, creo que tiene razón-

-¿Por qué me cuenta todo eso? Pensé que quería que le prestara para encender el cigarro no más-

- Mire amigo, hay cosas que sólo se pueden hablar con desconocidos, no te joden porque no saben quién sos-
 
- Cierto-

-Ya puede largarse, vaya con Dios por fa-

-Iré con él, pero sólo si le gusta la mala compañía-

-Mejor mal acompañado que solo-

-Dios debe sentirse solo, es el único santo y todos somos pobres diablos-

-Adiós Bro-

-Espere, devuélvame el encendedor-

-Mire, ahí tiene, era una prueba, los que olvidan los encendedores siempre tienen mala suerte-

-¿Entonces tengo buena suerte? No creo-

-Men, acaba de darme el mejor consejo, usted tiene suerte de tenerse. Vuelva a su casa-

-No tengo una-

-Pero la tendrá-

-Gracias, ¿Cómo se llama?-

-No tengo nombre ¿Y usted?-

-Tampoco-



viernes, 8 de junio de 2012

Cathy.


El frío de la noche penetra entre sus piernas como si nunca hubiese hecho ese trabajo antes, debía utilizar ropa pequeña para complacer los ojos de los transeúntes sedientos de amor plástico y efímero. Necesitaba de esos sucios billetes para seguir respirando, deseaba, con todas sus fuerzas, no parecer atractiva a los clientes que se acercaban sigilosos en sus autos, esperando a ser satisfechos con los cuerpos de aquellas mujeres tristes.

Mimi, la morena más hermosa del sitio, temblaba de frío, parecía complacida todo el tiempo, como si disfrutara de lo que hacía. Era de esas mujeres imponentes que intimidan cuando hablan y parecen interesantes cuando callan, Cathy quería saber por qué una chica como ella estaba allí, desperdiciando el brillo de sus ojos en un lugar de mala muerte. Había hablado un par de veces con ella, su sonrisa artificial iluminaba su rostro cansado cuando se reía de sus propios chistes, como si intentara convencerse de que todo estaba bien, nada estaba bien en ese lugar, todos lo sabían, era una cárcel donde los recuerdos de la familia morían ahogados por el dinero que se le cobraba a los clientes. Allí, el cuerpo no valía nada, era una máquina que debía producir lo necesario, atraer lo necesario, ser lo necesario, eso era algo desolador y extraño, ya no habían mujeres dueñas de sí mismas, se perdían en su propia carne, odiándola como si fuera un ser desconocido, un monstruo, el culpable de sus penas.

Miraba hacia todas partes, contemplando aquel escenario de película de terror cubierto por el telón nocturno. Olor a licor y mierda, labial rojo manchado sobre el rostro, humo azul saliendo de la boca de alguna puta melancólica, todo a su alrededor era un lugar denso, como la vida que arrastraba tras ella desde que se sumergió en el mar de las pieles sudadas y asquerosas, las babas ajenas y los orgasmos fingidos. 



jueves, 31 de mayo de 2012

El encuentro.


Siente que hay una pasión dormida en la mitad de su corazón, hay fuego, pero el fuego se está extinguiendo con el viento del maldito tiempo que no cambia. Camina, se va por los callejones donde lo miran los gatos negros, ojos amarillos, parecen maravillados por cualquier cosa que no significada nada.  Él suele distraerse con el color del cielo, le parece algo  ausente y perdido en un ilógico color azul abrazando la ciudad gris.

Observa a la vendedora de frutas,  atiende a cada cliente con una sonrisa,  escogiendo siempre las manzanas más rojas y las naranjas más dulces con una meticulosidad admirable, casi parece que hubiese hecho una carrera universitaria para eso. Una joven con el rostro tenso se dirige al café de la esquina, parece que tiene prisa, tropieza enredándose en su propio e irregular caminar, el piensa que es estúpido usar tacones tan altos, quiere ayudarla pero ella se incorpora rápidamente, mira hacia todos lados asegurándose de no haber sido vista y sacude la tierra que le ha quedado en la falda.  André se queda mirando el suelo mientras camina hacia el museo de artes, de vez en cuando se distrae con los nudos apretados de los cordones de sus zapatos, piensa que en cada paso los nudos se aflojan, así como los años aflojan la felicidad, los sueños, la vida, la piel.

Finalmente llega a su destino, atraviesa una puerta grande de vidrio donde se reflejan los carros que fluyen a través de las venas de la ciudad, el portero examina su ropa con los ojos asegurándose que no sea un vagabundo o un ladrón, lo mira con indiferencia y vuelve de nuevo a su detestable trabajo. Entra a un salón, hay una chica rubia con las mejillas enrojecidas observando una obra de arte, ella le recuerda al gato en el callejón que miraba maravillado cualquier bote de basura, ella lo hacía de la misma forma con ese  cuadro trepado en la pared, pensó que nunca había visto una pared tan blanca y se imaginó a un empleado lavando las paredes una vez cada 12 horas. La primera pintura en el salón era una boca mostrando unos dientes deformes, se revolvían entre ellos saliéndose del marco de los labios en una explosión de colores absurda, parecían pinceladas desesperadas, un poco tontas e ingeniosas, se acercó más y se podían contemplar más formas, rostros de personas tristes atrapadas en un cuadro lleno de colores alegres; había cierta ambivalencia en aquella pintura, por un momento se imaginó al artista pintando en su habitación, pensando que era algo horrible lo que había hecho, odiando su propia creación.

La chica rubia sigue  en frente de la misma pintura, él se acerca un poco, por alguna razón las mejillas de la joven le parecen más atractivas que las obras de arte, otro paso, se encuentran los dos frente al mismo lienzo relleno de figuras ilógicas, ella se muerde el labio inferior  mientras sostiene una mano sobre su pecho, parece que estuviera evitando que el corazón se le desborde, siente que está en la realidad de esa creación, el mundo a su alrededor parece inocuo y estúpido al estar contemplando aquella belleza, la lógica, la respuesta estaba allí. André suelta un profundo suspiro para llamar su atención, ella, sumida en un éxtasis ridículo gira la cabeza y se percata de aquella presencia taciturna, casi solitaria, dos ojos negros se posan en su escote, él sonríe, ella sonríe, son dos soledades encontradas en la pintura de un artista anónimo. 






miércoles, 4 de abril de 2012

The dream.


Hundido bajo el mar con los ojos cerrados,  la boca llena de sal, esperando impaciente a mi decisión de bajar y sumergirme contigo, sumergirme en el placer envuelto en las olas unidas por las gotas de agua infinita que crecen y crecen al igual que nuestros deseos. Te miro desde arriba sin que tú te des cuenta, suspiro, hay un brillo inusual que se refleja en la superficie, me hace saber en dónde estás, es dónde me esperas. Decido por fin bajar, me escuchas, buscas mi cintura, me aprietas contra ti, yo tiemblo como una niña asustada; los labios empiezan  a rosarse en una danza de arena, agua, playa nocturna que recorre los rincones desconocidos de las sensaciones corporales, volcanes que estallan en nuestros pechos, escalofríos glaciares que recorren mi ser entero al estar envuelta en tan hermosa y caótica sensación de renacer de nuevo.


miércoles, 28 de marzo de 2012

Después de Foster The People en Bogotá Colombia.


Los  ensordecedores gritos de la gente, los beats, las guitarras, ver sonreír a Mark Foster maravillado por la emoción de un público lleno de energía, personas sobresaltadas por tan formidable talento, por esas tres jóvenes estrellas que con orgullo están al principio de su carrera. Mientras los miraba pensaba en la suerte que tengo de conocer a esta banda en sus años jóvenes, me atrevo a decir que su música ha revolucionado el sonido de nuestros tiempos, tal vez suene exagerado pero me sentí como pienso se sentía un fan de Oasis o The Beatles al verlos tocar en vivo en sus épocas doradas. Son diferentes, frescos, aman lo que hacen y eso se nota cuando salen a cantar bailando al ritmo del melodioso bullicio de los fans.

Tan cerca que podía ver cada expresión y movimiento de Cubbie Fink, sacudía los corazones de los que estábamos a centímetros de él, las luces azules cubriendo su rostro, tenía una expresión indescriptible de dicha al hacer bailar sus dedos de una forma natural y hermosa  en el pesado bajo color blanco que sostenía como a un niño con ambas manos.

Todo fue una ola enorme de sensaciones dentro mi estómago, un nudo de gritos en mi garganta,  escuchaba esa hermosa música y me sentía una con el universo, las ondas del sonido, los bailes extravagantes de Mark, su risa eufórica al escucharnos cantar todas sus canciones al unísono.

Es increíble la forma en  que Foster transmite tantas emociones encontradas, pueden hacer sonar estupendamente feliz una canción que habla sobre algo triste, es una manera  ingeniosa de mezclar sutilmente lo oscuro con lo alegre y finalmente convertirlo en una pieza radiante de algo melancólico.

Su música habla de ellos, de nosotros, de ciertas condiciones humanas que sólo se pueden explicar cantando.

Ganas de gritar, de reír, de llorar de felicidad al darme cuenta que las esperanzas de la buena música no están perdidas, que todavía hay personas hermosas que escriben letras con una historia llena de significado, personas que saben cómo comunicar lo que sienten de una forma admirable en un do re mi fa sol, talentos grandiosos. Esta seguramente es una de las bandas que marcará la historia del mundo independiente y que dejará por siempre un recuerdo hermoso en mi cabeza.




Gracias Foster The People, se han ganado un gran lugar en mi corazón.



viernes, 23 de marzo de 2012

Leave it.

Pluto camina arrastrando la vida, cansado de cargar lo que no debería ser una carga; se le enfriaba el té rojo pensado en lo vacía que estaba la casa. Flores que no eran regadas hace semanas, el loro había muerto, Andrea había muerto,  lo único medio vivo que había en ese lugar era él con su enorme pena, una enfermedad que parecía no tener cura. 

Tienes que dejarlo ir Pluto, déjalo ir, no dejes ser al dolor, no dejes que el dolor tome tu nombre, no eres tristeza, no eres casa vacía, no eres flores marchitas; eres vida, aún respiras, tienes dos piernas, dos brazos, un corazón que se acelera y desacelera, una boca para sonreír, dos ojos para llorar. 

Las personas viven y mueren, lo animales viven y mueren, incluso las cosas viven y mueren. Siempre queda el recuerdo,  el recuerdo es algo invisible, impalpable, es algo que ya no es material, por lo tanto más valioso.





sábado, 10 de marzo de 2012

Escritor.

Personas en tacones y trajes negros codeándose con las esquinas sucias de la vida, caminan en frente de mí mientras yo los observo, no puedo hacer nada por ellos más que escribir y escribir en mi libreta vieja, llena de pensamientos, mariposas, besos azules y naranjas. El otro día entré al cine a ver una película muda, intenté cruzar la pierna hacia el lado derecho y le pegué a una señora, ella grito: ¡Agh! Y no detallé que cara hizo porque había demasiada oscuridad, de seguro hizo una cara fea, menos mal no la vi. Así deberían ser muchas cosas de la vida, para verlas desde una perspectiva menos fea deberíamos apagar la luz, así tus demonios pelearán, patearán, intentarán asustarte con sus muecas inútiles y nada de eso dará resultado.

Mi mamá intentaba explicarle a mi hermana menor porqué las calles de Francia son en diagonal, y el señor que venía con ella gritó: ¡SHH!, creo que éramos ruidosos, pero que importa, si quiere un cine sin ruido y sin teléfonos celulares pues cómprese la peli pirata y la ve en su casita con maíz pira quemado en el fondo de la hoya, no problem.

De todas formas fue una maravillosa película, esas dos desagradables personas jamás sabrán que  escribí sobre ellas, pero así son los escritores, escriben sobre cualquier cosa, hasta de lo más simple y estúpido, sobre el niño que tropezó en la calle, el profesor enfadado, el chico que se queda mirando por la ventana del bus, sobre sus amigos locos y extraños, sobre famosos y no famosos, inteligentes e idiotas. Uno siente que debe escribir sobre esas cosas, no sirve para nada pero igual uno escribe y cuando termina vuelve a leer lo que escribió y se siente como un maldito dios lleno de palabras hermosas y horribles.


martes, 6 de marzo de 2012

Cosas que pasan.


Andrea se iría temprano de casa, estaba peleando con Pluto así que había dormido en su pequeño departamento. Esa noche la sintió tan fría, tan sola, la sintió como esas noches de los tiempos de antes. Dejó almuerzo para Pluto en la casa y dejó las llaves bajo el tapete, sabía que él más tarde subiría por alguna cosa, demasiado perezoso para cocinar o para preocuparse por él mismo.

Era tan temprano que aún no se veía el sol asomarse por las montañas, los tacones negros hacían eco golpeando el suelo, despertaban a los pájaros para que cantaran con la voz afinada del infinito en esa mañana triste donde el “hacer” se escondía en el crepúsculo. Ella tomó el bus y buscó algún asiento vacío,  estaba lleno  y el único lugar que había era uno al lado de una gorda que ocupaba casi los dos puestos, pero no le importó, llevó su trasero seco y sus piernitas de pollo envueltas en medias al lado de la gorda, se le salía una pierna del asiento pero que más daba, el sitio no quedaba tan lejos.  Miró el vidrio empañado lleno de gotas frías de rocío, pensó en Pluto y sonrió como tonta, es tan hermoso que sólo el pensamiento de alguien la haga sentir bien, tan feliz,  saber que al llegar a casa habrá alguien que la espera, ya no más sentimientos fríos y efímeros ocultos tras ese par de gafas.

Llegó a la oficina,  todo era tan gris y cuadriculado que se le quitaban las ganas de trabajar, a veces se cansaba de digitar en la computadora y se quedaba viendo el paisaje en la ventana, pensando en vidas mejores, trabajos mejores, sueños frustrados y noches sin sueño.  A cada rato sacaba el celular para mirar la hora, aunque en realidad no miraba la hora,  lo hacía para ver si Pluto le enviaba un mensaje, llamaba o algo, de todas formas la hora estaba en el computador; pasaron 2, 3, 4 horas y no daba señales de que le importaba lo que había pasado, Andrea tenía ganas de botar la computadora por la ventana, de destruir los papeles impresos que se veían tan tranquilos y monótonos encima de los escritorios.

Pluto se levantó a las 12 del día y estuvo todo el día dando vueltas en pantuflas por la casa, estaba desempleado pero aún tenía cantidades de ahorros desde su anterior trabajo, así que se quedaba por ahí pensando y creando ideas inútiles sobre la vida mientras veía la televisión.  Pasó el día entero y eran las 6 de la tarde ya, se preocupó de que Andrea no llegara aún, ella salía del trabajo a las 4 y el lugar no quedaba lejos. Tomó su celular, se quedó viéndolo un momento y el orgullo intentó ganarle, pero no, vio su nombre, marcó el número y contestó un hombre.

–¿Aló? –

–¿Con quién hablo? ¿Dónde está Andrea? –

–Señor…No sé cómo decirle esto pero me temo que Andrea no va a poder hablar–

–¿Por qué? ¿Quién es usted? ¿Le ha pasado algo? –

–Yo soy policía señor, acaba de ocurrir un accidente a dos cuadras de la empresa donde ella trabajaba–

– ¿Trabajaba? ¿Qué quiere decir con eso? ¿Por qué habla en pasado? –

–¿Es usted familiar? –

–No, soy su novio–

–Creo que es mejor que venga señor, lo vamos a necesitar–

Colgó el celular y todo a su alrededor parecía un enorme hoyo negro intentando absorber sus pensamientos, intentando arrastrarlo hacia un lugar horrible, oscuro y desolado; personas con colmillos, antorchas y pies gigantes intentaban matar los sentimientos tan negros que afloraban en esa pequeña y débil alma. El ardor en el pecho era intenso y las lágrimas venían junto a un fuerte dolor de cabeza, un nudo ácido en la garganta, un malestar de  Andreita dime por favor que ya vas a llegar a casa, mira que te preparé comidita, no te vayas por favor que hay mucho espacio en mi cama, no puedo dormir solo ahí, te prometo que no voy a volver a comprar el litro de helado, nunca me gustó ese perfume pero lo puedes usar, mi niña preciosa que anda descalza por la casa, que se suelta el cabello castaño para poder amar con libertad, mi niña, haz lo que quieras pero no te vayas por favor, mira que esta alma dejó de ser débil porque tú estabas, porque pusiste escudos en ella y la hiciste hermosa porque tú eres hermosa. Tanto tiempo viviendo tres pisos arriba y no te veía, tan simple y compleja, eras lo que faltaba, si te vas quedaré incompleto, no incompleto, vacío. Por favor, no quiero volver a comer gelatinas baratas frente a la televisión sintiéndome tan solo en casa, Andrea, Andreita, Andrea, Andreita…..No te vayas. 


miércoles, 22 de febrero de 2012

Red light.


Mírate, patético, te has levantado cuatro paredes alrededor del corazón, hay un cuarto oscuro lleno de humo en la mitad de tu mirada, se consumen tus días lentos, dejas pasar y pasar los carros  frente de tu cuerpo inmóvil, dos dedos sosteniendo un cigarrillo que se quema agonizante sin que a nadie le importe, no lo sabes, pero tú eres ese cigarrillo, tan solo, tan consumido por el fuego en la mitad de mil  excusas  estúpidas. Los  edificios te absorben los pasos, piensas que sabes a dónde vas pero fíjate, no vas a ningún lado, mira, mírate, ese traje no te va a ser alguien mejor, calla, cállate, esas palabras no te van a hacer alguien mejor. 

Ya viste, alguien al final del semáforo te está sonriendo, sé que la ves, no puedes cruzar la calle porque el semáforo está en rojo, piensas que quieres cruzar, ¿Sabes? Ese semáforo podría estar verde, pero mira, no es ella, eres tú, estás en un trancón de palabras y los semáforos de tu alma ya no sirven. 
 

jueves, 16 de febrero de 2012

Dear Pluto:

Pluto, Plutín, te has llevado mis manos, mi boca entera, te has  quedado con mi voluntad resbalándote entre los dedos como arena seca. Tú no entiendes nada, dices que no siento, lo que pasa es que eres bueno para escuchar, no para observar; yo soy buena con los gestos, las maniobras gráficas, no con las palabras. Necesito que me mires, mira los taconcitos negros que me compré para poder salir contigo a restaurantes elegantes, mira mis aretes, me acerco a tu rostro esperando a que percibas mi perfume nuevo, quiero saber si me ves Pluto, estoy aquí como una flor plantada en la tierra esperando a ser arrancada de raíz.

No sabes cuánto tiempo esperé encerrada en mi habitación con los libros rodeándome el mundo, aguardé a que vinieras y me salvaras de las fantasías que se convertían en una  realidad alternativa, en el plan B para escapar de la rutina, plan que abordé porque llegaste. Me dices que yo te he salvado, pero parece que la heroína no soy yo, no quiero actuar para ser la víctima, eso no lo puedo hacer porque yo nací víctima ¿Cómo fingir algo que ya soy? Tú no eres víctima Pluto, crees que sí eres pero no, no eres nada de eso, quieres pensar que eres víctima porque te da miedo ser héroe, te da miedo porque los héroes son los que hacen todo el trabajo sucio, todos queremos ser salvados. Tú quieres que te salven y nunca lo han hecho, tú crees que sí pero no, tú salvas gente creyendo que la gente te está salvando a ti Plutín.

No le amarres corbatas al corazón, no le pongas smokings absurdos, aquí no hay formalismos, hay lo que hay, tú sabes lo que es eso, lo sabes, somos tú y yo, yo y tú, you and i, tu et je, sie und ic, você e eu,あなたと私, te és én, du och jag.






sábado, 4 de febrero de 2012

Hacer.

“Uno no puede andar por ahí contando las cosas de la casa” Dice  mamá mientras limpia el polvo de las porcelanas que descansan encima de la chimenea, horribles porcelanas, pobre mamá, yo ni hablo con la gente, no hay oportunidad para andar contando “cosas de la casa”. Ella solo sabe lo que todos deben saber, yo sólo me quedo mirándola mientras echa carreta sobre filosofías que supone son correctas.

Mi balón rojo rueda por la casa, por aquí y por allá, dejando caminos invisibles en la madera del suelo,  la fuerza de mis manos empuja el balón haciéndolo bailar por los cuartos y la cocina,  es algo tan simple que hace de la simplicidad una ciencia perfecta que desinfecta mi mundo infectado de complejidades complejas.

Los avioncitos chiquitos, la vecina, la niña de los zapatitos rosados, yo divagando en mis universos y mi mamá interrumpiendo: Frank esto, Frank aquello, no ensucies la ropa, no rompas tus juguetes, cepíllate los dientes, pórtate bien, no veas tanta tele, haz tu tarea;  Es como si tuviese una obsesión enfermiza de querer verme hacer algo siempre, como si el hacer fuese lo único que te hace una buena persona.  Mamá no sabe todo lo que se hace y se crea dentro de mí, detrás de mis ojos, mi boca y mi nariz están pasando muchas cosas; tengo grandes sueños en los cielos, con los pilotos, con la niña de los zapatitos rosados, y mi progenitora siempre los arruina todos diciéndome: “Frank, solo eres un niño”

¿Cuál es el problema de los adultos? Tal vez quieren arruinarnos la diversión a los niños porque a ellos ya se les olvidó cómo divertirse.  Yo creo que nosotros los niños ya tenemos suficientes preocupaciones con los monstruos que viven bajo la cama.

lunes, 23 de enero de 2012

En su casa.

Y salgo de ese lugar,  ese lugar a donde me invitas cuando ella está ausente. Camino, pienso, y vuelve el miedo, yo sé que en cada encuentro no sabemos si nos volvemos a ver, o si ya no nos veremos nunca,  en un mes, seis meses, tres días, un año, que importa, ya cuando veo los ojos castaños dueños de cosas que yo no conozco no importa el tiempo.  Y tú crees que yo no me daba cuenta, claro que me daba cuenta, le dedicabas poemas a la dueña de ese techo en el que duermes, pero esos poemas no los escribías para ella, los escribías para la chica de cabello largo y ojos rasgados que te escondía bajo la cama cuando llegaba algún invasor de ese mundo tan extraño y profundo que ambos construyeron y que yo nunca entendí, nunca vi, siempre tuve celos de ese mundo que luego ella despreció, dejó tus pedazos, dejo unos ojos tristes que fumaban para morir con ella, pero ahora fuman para morir solos. Yo sé muchas cosas, pero siempre guardo silencio  porque tú nunca guardaste un pedazo para mí, ocupabas la casa, la llenabas a ella de risas aunque en realidad tu verdadera casa estaba en otra mirada oscura, delgada, lánguida, en un país muy lejano en avión.

Y yo siempre entraba al museo, contemplaba tus pinturas, esculturas de ojos lúgubres y domésticos que fueron apagando esa pasión que llevabas cuando yo te admiraba y percibía cada movimiento hermoso de tus labios, de tus brazos que se enroscaban alrededor de tu rostro cuando te apoyabas en el pupitre para quedarte dormido en clase de química. Siempre observaba, pero nunca era parte de la pintura que usabas, no era el lienzo ni las formas que dibujabas, soy una compañera ocasional que se sienta a tu lado mientras pintas, y a veces me sonríes y me besas y confundes las pinturas con mi piel y retratas universos, galaxias, pero siempre fuera del cuadro, siempre al final volvías al cuadro sin mí, y yo me quedaba con una sonrisa taciturna, contemplándote, manchada de rojos, amarillos y púrpuras tristes.

Insisto en alejarme, pero vuelves, siempre vuelves y yo estúpida no aguanto tus ojos mirando mi espalda y me doy la vuelta, corro y te abrazo como si no nos hubiésemos visto en años, siglos, y voy a esa casa de ustedes, que solo es de ella cuando yo me recuesto en su cama, pero es de ustedes cuando me voy. Camino al bus e imagino que la llamas al teléfono, hablan como dos enamorados, se encuentran en la noche y sé que le dices las mismas malditas cosas, en el mismo maldito lecho, con la misma maldita canción de fondo, con el mismo maldito tono de voz dulce; Como si yo nunca hubiese estado, no hay ausencia mía, pero sí hay ausencia tuya…Y duele tanto.





lunes, 16 de enero de 2012

Momento de eternidad.


Sonrisitas mañaneras con mal aliento alimentaban el corazón de Pluto, despertaba al lado de los pechos más hermosos de la ciudad; todo era completo, hasta el café de las mañanas sabía mejor, desde que ella pasaba las noches en su departamento todo estaba más ordenado y había comida saludable en la nevera.  La mañana trepaba las sábanas de la cama, y ellos tendidos en su lecho hablaban de sus planes antes de preparar el desayuno,  imaginaban televisores más grandes, autos nuevos, una mansión lujosa con un jardín enorme donde jugarían sus cinco hijos junto a los perros y el sol brillante. 

Todo iba bien hasta que ella empezó a utilizar ese perfume de Calvin Klein; A Pluto no dejaba de picarle la nariz, sentía que el fuerte olor dulce se metía en lo más profundo de su sentido del olfato y le  llegaba hasta el cerebro contaminándole los pensamientos. Ideaba miles de formas de desaparecer el perfume, esconderlo bajo la cama, botarlo a la basura, fingir que se le caía al suelo por accidente, y la última opción, decirle a Andrea que su perfume olía horrible. Ya toda la casa estaba llena de Calvin Klein, las sábanas de la cama, el baño, el cuarto, hasta la comida tenía sabor a perfume, Andrea cocinaba y todo quedaba con el ligero  toque de ese aroma , maldito el día en que se idearon esa fórmula química que dio como resultado ese olor tan perturbarte. 

Entonces, un día remoto cuando los gallos que cantaban por la madrugada no hicieron ruido, Andrea pegó un grito en el baño y sonaron los cristales endurecidos que se quebrantaron frágiles contra el suelo.  Pluto saltó de la cama a ver qué había pasado, y se quedó parado inmóvil frente a la escena, la muerte del perfume había sido ocasionada por su propia cuidandera, y el ya no tendría que matarse la cabeza pensando en el homicidio accidental de la fragancia. Esa misma noche, Pluto se llevó a Andrea a cenar para celebrar, ella no sabía la causa repentina de alegría en su novio, pero no le interesó preguntar. 

Cuando llegaron a la casa a altas horas de la noche, después de tomar mucho vino y reír como chiflados, el olor del perfume no se había ido. 

–Huele delicioso– Dijo Andrea en voz alta

–Huele hediondo– replicó Pluto un poco ebrio de tanto vino blanco.

Andrea lo miró agrandando los ojos:

–Pero si huele al perfume que se regó esta mañana.

–Por eso– Pronunció Pluto con un aire relajado y ausente.

–Sabía que lo odiabas–

–¿Lo sabías? –

–Sí– Respondió Andrea divertida

–¿Entonces por qué lo usabas? –

–Porque me gusta–

–Que va, lo hacías para joderme–

–A veces–

Pluto la soltó de las caderas y se fue furioso a su alcoba, se acostó y se tapó la cara con las sábanas y el cubre lecho floreado. Más tarde unas caricias generosas lo despertaron, eran las manos frías y escurridizas de Andrea que formaban figuras imposibles en la piel de su espalda; él intento permanecer insensible a sus encantos , pero cedió a la tentación peligrosa de los pechos suaves y el cabello largo y castaño.

 Al día siguiente el olor del perfume ya se había ido de la casa, pero todavía quedaba el aroma en el baño. Pluto hizo de todo, lo lavó con jabón, con cloro, e incluso utilizó los remedios de las abuelas para quitar el olor a zorrillo, pero nada funcionó, el baño quedó oliendo por siempre a “Eternity Moment” de Calvin Klein, igual que la mancha del tapete de la sala quedó oliendo por siempre a Dubonnet después del año nuevo. 



jueves, 5 de enero de 2012

Volar.

El sol hacía que el cemento de la cancha hirviera, había tocado el piso con mis pequeñas manos antes de que todos salieran a descanso, casi me quemo, estaba casi tan caliente como el chocolate que sirve mamá por las mañanas.  Sonó la campana para salir a recreo, los alumnos como ratas de laboratorio condicionadas salieron de sus jaulas a buscar el queso. Yo me alejé de la cancha con mi pelota de caucho, jugaba con la pared, ese jodido muro era el único que me lanzaba la pelota de vuelta. Los profesores siempre se me acercaban a preguntarme por qué yo no jugaba con los otros niños, y yo sólo permanecía en silencio, admirando el rojo brillante de la esfera que siempre me acompañaba.

Juegos maravillosos de pokemones y astronautas me esperaban cuando llegaba a casa,  todos mis juguetes se movían al compás de la imaginación, de las creaciones, de una realidad que yo mismo creaba en mi mundo de plástico y pinturas de colores. En las clases miraba por la ventana y observaba como las hojas del árbol se movían maravillosamente cuando el viento soplaba; pensaba en lo grandioso que debía ser volar, ver los edificios más grandes del tamaño de una hormiga. 

-Yo quiero volar un avión algún día mamá-

-¿Un avión Frank?-

-Si mamá, sueño con ello cuando estoy en clase de matemáticas-

Volar, arrancar las cadenas de la gravedad que envuelven los pies, que te hacen pesado, que te amarran a la tierra y a la realidad. Me acostaba sobre el césped y miraba las nubes, buscando formas imposibles que albergaban en el infinito, que albergaban en mis deseos. El viento acompañaba sigilosamente mis fantasías, y yo las recreaba con pequeños aviones de papel.


Lejos, lejos, lejos...