domingo, 30 de octubre de 2011

El gato.

No es fácil vivir cuando todo el mundo piensa que eres de mal agüero,  que tu presencia es una ínfima desgracia. No digo que todos lo piensen así, a la gente rara y con una extraña afición por lo oscuro le gusta tenerme en su casa, de todas formas la vida casera no es una vida amena; tienen la tonta idea de que los gatos están en un mundo espiritual entre el bien y el mal, que estamos entre el cielo y el infierno, pero es que ellos no se han dado cuenta que los humanos también lo están, están en la mitad de dos partidos políticos sobrenaturales. Que risa me da que ellos piensen que de alguna forma yo soy diferente, joder, soy solo un gato.

Puedo pasearme por los tejados, puedo posarme en las ventanas y en casi toda clase de lugares altos, no sé volar, pero vivo en el aire, en los edificios, en los árboles. No sé por qué la gente se impacta cuando los miro, tal vez mis ojos amarillentos tienen algo más que decir, tal ves significan mucho más que unos ojos humanos, o simplemente tienen envidia de no poder ver el mundo como un gato. Está empezando a llover, odio sentir la lluvia en mi pelaje pero me gusta mirarla, apuesto a que la lluvia conoce la ciudad mucho más que yo;  se desliza por los techos, por las calles, forma espléndidas acumulaciones en los huecos del piso, moja a las personas con su composición de ácido, suciedad y H2O. Es como si se evaporara la historia entera y luego nos callera encima.

La gente me señala con el dedo – ¡Mira mami un gatito! voy a atraparlo– Cuando paso cerca de ellos  dicen cosas como –7 años de mala suerte– como si uno no tuviese sentimientos. No entiendo por qué no me dejan tranquilo, yo solo quiero ser uno con este lugar, uno con el sonido de los autos y las luces de los semáforos, quiero ser parte de algo material, quiero ser parte de algo que es nada, pero que me atrae porque a la mayoría piensa que es algo. Quiero aruñar mis días, quiero aruñar las sonrisas de la gente, los pies de los transeúntes que no tienen idea del mundo, del mundo como yo lo conozco, del mundo en cuatro débiles patas que apenas pueden sostener mi cuerpo de citadino. 




Perdón por demorar tanto en publicar, debía unas cuotas de inspiración y me la cortaron. Buen día para todos. 

domingo, 16 de octubre de 2011

No vas a dejar perderte.

No solo por levantarte con el pie izquierdo te va mal, te has levantado con el pie derecho, incluso con los dos pies al tiempo y de igual manera ha resultado ser una mañana de mierda, un día de mierda.  Pero dices: ¡Vamos no puede ser tan malo! Te levantas, te lavas las manos, te observas en el espejo y contemplas los rasgos de ese ser indeciso, eres el resultado de generaciones que han logrado sobrevivir a la adversidad de la vida. Eres la consecuencia de la supervivencia del más fuerte, o tal vez la supervivencia del más cobarde, el que siempre se escondía para no pelear, el que nunca nadie encontraba para poder matarlo. Eres el posible resultado del valor, o del miedo, quien sabe, el punto es que te encuentras aquí, mirando tu reflejo y preguntándote el por qué de quien sabe que pregunta sin respuesta.

Sales de tu casa y te invade el olor del aire contaminado, vas a recorrer el mismo camino, camino en el que todos los días ves gente diferente, solo algunos son los mismos, pero así es todo en la vida, la mayoría cambia, el paisaje cambia, los tiempos cambian, tu cambias. Saliste sin desayunar, a veces las cosas que haces son más importantes que tu mismo, que lata pensar eso, pero a veces lo piensas, el ritmo de la vida te consume, el expreso doble desdobla tus verdaderos deseos para dejarlos ir lejos y dejar trabajar tu cuerpo como si fuera un sucio esclavo. –Esta bien– piensas, algún día te ascenderán.

–¡1900! – ¿Qué? ¿Quién me llama? Ahora no te dicen por tu nombre, es un número, cuando esperas tu turno en un banco, en un restaurante, en una agencia de viajes, para ellos eres un jodido número. Pronto serás un  número para todos los que te rodean, para tus amigos.

–Dinero maldito, te odio y te necesito– Dices para tus adentros pensando en aquella canción que dice exactamente cómo te sientes,  los cantantes no son adivinos,  no escriben canciones para ti, lo que pasa es que viven en el mismo cochino mundo.

 Solo tienes tiempo para ti cuando te acuestas, cierras los ojos y sueñas, sueñas con el trabajo, con tu jefe amenazando despedirte si no publicas algo bueno, te levantas asustado y dices: –Mierda, ya ni en mis sueños estoy tranquilo–

Vas en el bus, ves el el reflejo de tu cara en la ventana, ves a los demás reflejados en ella, es como una obra de arte de rostros tristes mirando hacia el suelo, ellos son el resultado de la monotonía, el resultado del sabor gris de las nubes aburridas. Parece que eres el único que se da cuenta de ello,  te das cuenta que queriendo ser diferente lo único que has logrado es ser más igual a las caras desoladas que te acompañan en el bus por las mañanas. No es necesario intentar ser diferente, ya todos somos diferentes, lo que pasa es que nos han convencido de que somos iguales y que debemos comprar y tener más para no ser uno más del montón.

–Mentiras, mentiras por donde quiera que miro–

–¿Eso es lo que ves? –

–No lo veo, porque me he vuelto ciego, como la mayoría de la gente en este planeta–

–¿Y qué vas a hacer? –

–Voy a dejar de creer en ellos–

–Entonces, ¿En quién vas a creer? –

–En mí. –



jueves, 6 de octubre de 2011

Ya no quedan palabras.

Me acuerdo de esas noches en las que me acariciabas la cara, las noches en las que no hacía frío porque tu cuerpo se envolvía en el mío como un abrigo. Recuerdo que componías melodías con los acordes de mis curvas, escribías los arpegios de los besos sobre mi vientre, paseabas tus manos suavemente siguiendo el ritmo de las olas, del tiempo. Mi labial regado en tu boca, tus ojos comiéndose el alma, claro que me acuerdo.

Era como  llegar a la tierra de los días sin olvido, en ese lugar el cielo era del color del aullido de los lobos, el jardín estaba lleno de las almas de las flores marchitas, era un lugar donde los recuerdos muertos tomaban vida.  La luna te iluminaba la cara, iluminaba las sábanas de la habitación con su luz vaga; La oscuridad y el destello azul de la madrugada asomándose por las cortinas, los murmullos del cielo se confundían con tus palabras, palabras que bailaban en mis oídos y recorrían mi cuerpo como un escalofrío infinito.

Me acuerdo de esos días de regocijo, cuando ponías rock balada y me lanzabas sobre la cama.  Extraño que me dibujes los labios con tu lengua, extraño el sabor dulce de tu piel reposándo suavemente los deseos dormidos del alba.

Antes respiraba porque tú ponías el aire, ahora propongo ser yo quien ponga el aire, propongo olvidarte, propongo mandar de viaje los días felices que me regalaste. Me has robado las palabras, te fuiste y los versos ya no me riman, mis historias de amor están mal redactadas, mis emociones tienen mala ortografía, desde que no estas felisicidad se escribe con S.

Tus ojos me habían regalado alas, tus pupilas me habían regalado tinta negra para escribir ilusiones, ilusiones que luego se borrarían con la lluvia y mancharían mis hojas blancas.

¿No te pone triste? 

Ahora voy a sentarme a ver la televisión, voy a llorarte,  voy a comerme los chocolates dulces del olvido. 




sábado, 1 de octubre de 2011

Adiós Sally.

Ella se perdió el perfume de las flores, no pudo estar ese día porque la tristeza no permitió que sus ojos vieran la oportunidad que le esperaba.  Ya no está, ella se fue, se fue a un lugar lejano que los humanos no comprenden; su alma era tan pura que era fácil de romper, de ensuciar, de lastimar. Todos creen que Sally irá al infierno por no valorar el regalo de la vida, yo no sé qué pensar sobre eso, lo único que tengo atrapado en los pensamientos es la última conversación que tuvimos, recuerdo que  ella me respondía con frialdad:

–Es un regalo que no pedí–

–Pero es un regalo, es gratis –

–Lo que es regalado casi nunca sale bueno –

–La vida es la excepción querida, por eso solo hay una –

–Me enferma tu positivismo –

–No votes tu regalo a la basura–

–No lo haré siempre y cuando valga la pena no hacerlo –

–Siempre vale la pena –

Y esa fue la última vez que la vi, en mi cabeza no cabía imaginar que luego de eso ella se llenaría el estómago de medicamentos para dormir, parece que esa dosis le consolaría el sueño para siempre.

 He llegado de su entierro y no puedo dejar de imaginar su rostro, nunca supe que hacer para ayudarla, me sentía impotente y a veces estúpido con mis patéticos esfuerzos de aconsejarla, al menos tengo el consuelo de que siempre estuve para ella. Pero parece que ella no necesitaba compañía, ella solo necesitaba compresión, y eso es algo que nunca pude darle, es difícil comprender cuando no estás en la piel del otro. No saben cómo hubiese querido estar en su carne por unos minutos para entenderla, para ayudarla, seguro ella estaría aquí a mi lado, besando mi frente; la extraño, extraño sus berrinches y sus habituales problemas existenciales, extraño suspirar al verla sonreír; Su sonrisa era algo mágico, ya que era igual de frecuente a los eclipses de luna.

“Si pudiese elegir un día para olvidarte, seguro sería un 30 de febrero” Me escribió ella en una carta que me había dado un día en el que  peleamos , recuerdo que fue una pelea por algo estúpido, es muy tonto arrepentirse de esas cosas cuando la gente ya está muerta. No hay tiempo de arrepentirse ya, ya no puedo decírselo, como dice el poema de Ana María: “En vida, hermano, en vida”. Ahora no puedo llevarle flores a ella, ahora solo puedo llevarle flores a su tumba y esperar que se me pase el sabor amargo de su despedida.
   
No creo que Sally vaya al infierno, si el infierno existe sería el lugar menos adecuado para alguien tan dulce como ella. Ella ayudó a tanta gente que se le olvidó ayudarse a sí misma.

 Sally, tal vez te reprendan por haberte adelantado, pero no creo que te castiguen, creo que quien sea que haya creado el planeta tierra sabe más que nadie que en este mundo no hay lugar para corazones tan limpios como el tuyo. Ya no puedo decirte que el suicidio no es una salida válida; No puedo decírtelo porque ya es una salida que has tomado, pero sí puedo decirle a otros que tarde o temprano, después de su tempestad, se darán cuenta que escoger la vida siempre será lo mejor, será algo decidido por ustedes, no por la tristeza. 

Si supieras el dolor que siento cada vez que hay una imagen de tu rostro en mi mente, podrías comprender lo que hace llorar a una mariposa. 

Te amo Sally

Descansa en paz. 



Ella está en algún sitio, soñando los sueños que no pudo soñar.